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Mostrando entradas de agosto, 2015

Y una sombra sobre ellos.

"¿Que hice?" era la pregunta que rondaba su cabeza, pero ya era tarde. Ella se había ido a un lugar donde él no podía alcanzarla. Ella se había librado del dolor para siempre.O por lo menos es lo que a ella le gustaba pensar. - Si no te molesta, voy a ir a almorzar, te voy a traer algo, esta bien?- la voz de Ricardo resonó en la mente de Lusiana. Ella asintió. - Don Ricardo, disculpe esta escena, le puedo asegurar que no se va a repetir- le dijo torpe y contrariada. Él le rozo el rostro con la mano para liberarla de una lagrima rezagada. -No te preocupes por eso, vamos a trabajar y mantener la mente ocupada, te parece?. Ahora, lo mejor seria que fueras al baño y te lavarás la cara, mientras yo traigo el almuerzo. Ella le sonrió y agradeció al cielo por enviarlo. Definitivamente el era el Perseo que la iba a librar de las cadenas que la ataban, no romanticamente, pero por lo menos no se sentía tan sola. San Ricardo, el salvador de las mujeres ilusas, sí, sería un buen hér